sábado, 1 de noviembre de 2003

Y después del informe final, ¿qué?.

Beatriz May Ling Ramírez Huaroto

Y después del informe final, ¿qué?. Pregunta clave para los que creemos que éste es sólo un paso importante, pero inicial, en la tarea de tener un Perú mejor que el de hoy. No hay una sola respuesta, es una clara pregunta de opciones múltiples. Quiero centrarme en un aspecto que me parece trasversal a toda respuesta que se pueda dar: la re-conciliación implica re-ubicarse como parte de este proceso.

Hay que volver a ubicarnos. Porque lo que hoy conocemos no lo conocíamos, a pesar de que haya quienes aún lo sigan dudando. Y volver a ubicarse implica haber “procesado” lo ocurrido: nuestra primera tarea es leer el informe, discutirlo, “procesarlo”. Volver a ubicarnos implica también tomar una actitud respecto de lo conocido. Creo que debe ser una actitud optimista pero realista. Porque la reconciliación es un proceso y es bueno recordarlo. Una actitud realista es consciente de que con nuestra generación no se agotará la tarea, pero no por eso deja de construir ahora. Y se construye desde el lugar en que uno está, sin dejar de lado que organizarse con otros puede dar mayores resultados. Una actitud optimista actúa con la esperanza de que el cambio es posible si trabajamos con ahínco en él. Los jóvenes no podemos esperar a que otros construyan un país diferente, ¿qué pasará si no lo hacen?, ¿estamos dispuestos a pasar por lo mismo?. Para mí es claro que no.

jueves, 19 de junio de 2003

EL SENDERO DE LA IGLESIA SURANDINA

EL SENDERO DE LA IGLESIA SURANDINA

Pueblo andino, ponte a cantar

Pueblo que canta no morirá

Pueblo que canta no morirá

(sembrar la vida y la paz – Canción)

La culminación de la década del 70 encarnó el nacimiento de una de las épocas más sangrientas del Perú. En 1980 Sendero Luminoso se alzaba en armas y ya para la fecha tenía en su haber un número importante de zonas liberadas[1], fruto del trabajo político y militar desplegado en la década del 70. Esta ideología germinaría, debido a la ausencia de otra propuesta política que le hiciera frente, lo cual demuestra el caos político y partidario en el que se hallaba el Perú.

Para 1988, se consideraba que Sendero Luminoso había conseguido en cada distrito del departamento de Puno, un grupo de apoyo, captando principalmente a personas vinculadas al magisterio, estudiantes universitarios o de institutos pedagógicos; asimismo construyendo comités populares[2] en algunas comunidades campesinas.

A diferencia de otros departamentos del país que fueron golpeados por la violencia política, estos hechos tendrían una firme oposición, experimentándose una respuesta de la Iglesia Católica del Sur Andino, las organizaciones campesinas que se hallaban en pleno proceso de reestructuración de tierras[3], el Partido Unificado Mariateguista (PUM), el movimiento de derechos humanos, y la sociedad civil ante la violencia política, estos fueron ejes importantes que permitieron que ésta se desarrollara de manera diferente, aplacando violaciones a los derechos humanos, que se dieron en menor magnitud, considerando a Ayacucho y Apurimac respectivamente. Cabe mencionar la multitudinaria respuesta ante el atentado que sufrió en Instituto de Educación Rural IER Waqrani, de propiedad de la iglesia Católica, el 21 de mayo de 1989 caso emblemático que recoge algunos testimonios importantes, sobre la respuesta de la iglesia ante tal hecho: “...Repudiamos este ataque en contra del Instituto de Educación Rural, como también los mismos hechos perpetrados en la granja de Chuquibambilla y del local del concejo distrital de Macarí. Pero con más fuerza condenamos el asesinato de dos autoridades indefensos de este pueblo de Macarí, el Sr. Juez de Paz y el Teniente Gobernador. La vida es un don de Dios “NO MATARAS”.

Esta iglesia de Ayaviri a pesar de todos estos hechos de violencia, reafirma su firme voluntad de seguir a través del IER y de todos sus agentes pastorales de las tres provincias de Melgar, Carabaya y Sandia. Su tarea de evangelización y de promoción humana”[4]

Las marchas “Por la Vida y la Paz”, congregaban a una cantidad considerable de personas, en donde se demostraba que el pueblo estaba en contra de la violencia y la muerte, impulsando asi, una respuesta por parte de la sociedad civil organizada, generando conciencia en la opinión pública, aquella que se hallaba distante de los hechos de violencia o era afectada indirectamente por esta.

La violencia política en Puno tuvo características muy particulares. Por un lado estaban la organización y movilización campesina por la tierra, las iniciativas eclesiales y la presencia de activistas políticos de identidad mariateguista. Por otro lado, los viejos y nuevos propietarios, los funcionarios de las empresas asociativas. Este escenario se hacía más complejo con la presencia del Partido Comunista del Perú - Sendero Luminoso y las fuerzas policiales y armadas.

Por aquellos años la presencia de la iglesia católica era importante en todo el departamento de Puno, una iglesia que pregonaba y practicaba la Opción Preferencial por los Pobres, ya que veía en ellos la semejanza con el Señor, comprometiéndose con sus luchas sindicales y reivindicativas: “...La iglesia considera que el campesinado con las tomas de tierras ha acelerado, digamos, ha forzado al gobierno actual a dar la ley de reestructuración y a llevarla a cabo. (...) La iglesia entonces respeta y apoya ese camino de no violencia que ha utilizado el campesinado, como es la toma de tierras, para solucionar ese problema (...) Se nos dice ¿La iglesia, entonces, se identifica o apoya al gobierno actual? La iglesia se identifica y apoya al campesinado. Si el gobierno actual, o cualquier otro gobierno, toma medidas que benefician al campesinado, y eso significa beneficiar la vida de este pueblo, la iglesia debe apoyar estas medidas.”[5]

Desde esta perspectiva la iglesia continuaba su evangelización, con una propuesta diferente, leyendo el evangelio desde los más necesitados, además de una defensa frontal de la vida y de los derechos humanos ante cualquier agente. No era extraño que en los seminarios, encuentros, talleres y congresos dirigidos a Laicos y agentes pastorales, se abordaran temas referentes a la defensa de los derechos humanos, tal es el caso de las semanas sociales organizadas por el Instituto de Pastoral Andina (IPA), lugar de encuentro y reflexión: “...Convocar ahora a una Semana Social significa releer y anunciar el evangelio (...) Es por eso que esta Semana Social, de carácter popular, pretende concretamente generar un espacio de reflexión e intercambio de opiniones y experiencias sobre los retos y posibilidades de la región Sur Andina (...)Democratización y participación popular: Cómo hacer real la participación popular en los gobiernos locales, regionales y en las propuestas ante el estado. Analizar también la situación de los derechos humanos y la propuesta del pueblo para la pacificación ante la creciente espiral de violencia.”[6]

Cercados por una fuerte respuesta de la ciudadanía ante la vejación de los derechos humanos, Sendero Luminoso vio caer sus posibilidades de avance y expansión, con la mayoría de sus comités zonales debilitados, fruto de una mal aplicada estrategia político-militar, encontró su posterior debilitamiento en gran parte del Sur Andino.

Las estrategias empleadas por la iglesia católica sirvieron, en la mayoría de casos, para llevar adelante esta lucha en contra de la violencia, citaremos el caso de las tiendas comunales, lugar de abastecimiento de víveres para los campesinos, las cuales eran subvencionadas por la iglesia, buscando que los campesinos accedan, a precios cómodos y en época de crisis a fuentes alimenticias, además del apoyo en la formación y capacitación de campesinos en técnicas de cultivo y ganadería mediante los Institutos de Educación Rural (IER), que más allá de ser una entidad netamente técnica, formaba y capacitaba a los campesinos en liderazgo y organización.

Finalmente, sería interesante recapitular las palabras de Monseñor Albano Quinn, quien fuera Obispo de Sicuani (Cuzco) en plena época de violencia política: “Los derechos Humanos se violan no sólo por la represión, los asesinatos, sino también por la existencia de condiciones de extrema pobreza y de estructuras económicas injustas que originan grandes desigualdades.”[7]

Seguros de que la memoria será una de las características fundamentales en nuestras vidas de aquí en adelante, y que esta debe volar libre cual mariposa surcando los cielos, abriéndonos al diálogo y buscando alternativas viables para el desarrollo de nuestro país, nos queda la “terca esperanza”[8] de un mundo en el que todos sus habitantes vivan en armonía, respeto, justicia y fraternidad. Que los hombres construyan su historia, aquella historia cuyos cimientos se hallan en el más pobre y en el más olvidado y no la que acostumbramos a oír en los colegios o escuelas con una visión reduccionista de lo que significa nuestro Perú.

Aprender de las lecciones, concientes de que todos somos, en alguna medida, hijos de la violencia, construyendo, desde ya, propuestas y alternativas diferentes para que el abuso y el caos no estén consideradas dentro de las opciones para lograr cambios en nuestro país.

Por: Aldo Santos.

Comunidad en Formación

UNEC -PUNO



[1] Termino empleado por SL para referirse a los lugares de los cuales tenían dominio absoluto

[2] Sistema de gobierno de SL

[3] Las tomas de tierra fueron formas de presión al gobierno ante una injusta distribución de las tierras adjudicadas después de la Reforma Agraria de Velasco

[4] Extracto del comunicado emitido por la prelatura de Ayaviri, un día después del ataque al IER Waqrani. Fuente: Pastoral Andina Nº 67, 1989 Pag. 30

[5] Palabras del Padre Luis Jesús López en el congreso Teológico, Eucarístico y Mariano del Sur Andino, Setiembre de 1987. Fuente: Pastoral Andina Nº 63 Pag.11 1987

[6] Carlos Alberto Lopez. Fuente: Pastoral andina Nº 73 Pag 9 , 1990

[7] Mons. Albano Quinn, “Escogí el camino de la vida, reflexiones desde el ande” CEP, 1997, Pags. 69-72

[8] Título del documento de la Comisión de la verdad y Reconciliación referente al caso Lucanamarca

jueves, 8 de mayo de 2003

Educación y Diversidad Cultural en el Sur Andino

Hermosa es, por tanto, y de suma importancia la vocación de todos los que,

ayudando a los padres en el cumplimiento de su deber y en nombre

de la comunidad humana, desempeñan la función de educar en las escuelas.

Esta vocación requiere dotes especiales de alma y de corazón, una preparación diligentísima y una facilidad constante para renovarse y adaptarse.

(Declaración del concilio Vaticano II “Gravissimum Educationis”)

Pese a las intenciones de algunos gobernantes e intelectuales de promover cambios y reformas en la educación peruana estas perecieron en la bruma de los tiempos, actualmente la educación peruana es, para muchos, la institución menos rentable, una suma de inequidades y conflictos que no tienen solución, por lo menos conocida[1]; a los peruanos sólo nos queda el recuerdo y la nostalgia de años en los que la escuela parecía o era un lugar de aprendizaje y enseñanza. Los factores de esta crisis son diversos considerando que hasta el año 2001 existía un total de 39,295 docentes egresados de las universidades[2], lo que representa el 9,02% del total de profesionales existentes en nuestro país, sin considerar otra cantidad considerable de profesionales egresados de los cientos de institutos de formación pedagógica, convirtiéndose asi en la profesión más numerosa que existe en nuestro país. De estas cifras ilustrativas surgen muchas interrogantes como: ¿Quiénes estudian educación hoy? ¿La elección de la carrera educativa es fruto de un proceso vocacional u obedece a fines netamente laborales? Preguntas que irán rondando y que de seguro nos ayudarán a entender parte del problema educativo en la actualidad.

Al caso peruano le podríamos agregar otro problema, ya que la experiencia nos demuestra que la escuela o los modelos educativos diseñados por el gobierno no obedecen necesariamente a las necesidades y realidades de los miles de niños que asisten diariamente a las escuelas o colegios de la zona andina, ocurre lo que Encinas anunciaba “el niño (andino) ha sido el ser más incomprendido de todos los tiempos. Cuando alguien escriba su historia recién podremos comprender los tremendos males sociales que aquejan a la humanidad”; sin asumir que todo proceso de enseñanza – aprendizaje pasa inevitablemente por la comprensión y el respeto de las experiencias y vivencias de los alumnos previas al ingreso a la escuela; sin embargo la situación educativa peruana esta plagada de ejemplos de maestros egresados de universidades, normales e institutos pedagógicos, cuyas inteligencias parecen haber evolucionado o involucionado en un solo sentido: alfabetizar al alumno, dejando como consecuencia autómatas sentados en los roídos bancos de las escuelas y colegios, recibiendo información poco trascendente que deben conservar en la memoria sin saber por qué, ni para qué.

Asistimos, entonces, a un modelo educativo exclusivo que niega y margina a los miles de niños y jóvenes que habitan en la zona rural, modelo que no parece haber roto el viejo axioma de la invasión española que fraccionó nuestra autonomía bajo la racionalidad aristotélica de que lo perfecto debe gobernar a lo imperfecto, asumiendo erradamente de que las costumbres y modos de vida españoles u occidentales eran ejemplos de lo perfecto y las costumbres y formas de vida andinas eran muestras de lo imperfecto, por lo tanto había que destruirlas; la subordinación nació con tres políticas coloniales de cambio social en todo el continente y también en las sociedades andinas en general y la peruana en particular: cristianizar, civilizar y modernizar, y tal vez como hoy cierta intelectualidad lo propone se trate de “posmodernizar”. Ya desde el siglo XVI-XVII se intentaba convertir a los “indios paganos” a través del bautismo en “españoles creyentes” y posteriormente en los siglos XIX-XX se creía que mediante la escuela los“indios salvajes” se convertirían en “personas civilizadas” y hoy subsiste un cierto tipo de fundamentalismo que pretende, en nombre de la educación y las finalidades educativas, transformar a los “tradicionales” a través de la escuela y los medios de comunicación en “modernos”. Esta no es una afrenta ni una oposición al concepto de modernidad, sin embargo creemos que cada cultura concibe su propia modernidad y se vale de ella para enfrentar los problemas de su realidad.

Tampoco escribimos sobre la educación andina entendida desde criterios puramente geográficos donde se entiende como andino todo lo que pertenece al ande, es decir, al lugar; ni mucho menos aplicando criterios meramente lingüísticos señalando o exigiendo una educación Aimara, Quechua, etc. sino desde una opción histórico cultural, ubicando al ande peruano dentro del desarrollo mundial y panandino que resulta a la luz de las reflexiones educativas la que más guarda relación con nuestro pasado, el presente y la creación de nuestros futuros posibles y deseables.

Entonces, habría que rescatar la importancia que cobra la cultura en este contexto Encinas reclamaba para los maestros que laboran en el medio rural, el conocimiento de la naturaleza de la cultura indígena, y antropología social, sobre todo la lengua materna de los niños. Además la escuela para Encinas “debe ser un instituto de elevado valor científico destinado a estudiar la vida completa de los niños, para ofrecer luego la dirección que les corresponda”. Tal vez sucede como lo cuenta el poeta Efraín Miranda (1978: 47) “Soy una indiecita escolar. Me reconoces; / mi retrato está en los folios de grandes libros; /retratada con polleras o con “uniforme”... Frente a la pizarra se me adelanta una niña blanca,/ a ella es a quien educa el Maestro./ Lloro porque soi(sic) india y tengo una niña blanca que el Maestro ha creado dentro de mí; / esta niña no me puede;/ el Maestro le da fuerzas y sustento/ el Maestro tiene grandes métodos para esta niña./ El maestro se olvida de mí, de todos los alumnos/ y dice que para los indios no se ha inventado nada./ A ratos me confunde: me convierte en ella, o ella en mí; / cuando no me habla el profesor, desaparece, /en cada diciembre muere y cada abril resucita./ Al concluir mis estudios se extinguirá en la parcialidad”[3].

No es casual encontrar en la zona andina niños, jóvenes y adultos con algunos vicios de pronunciación, quienes además, son víctimas de burla y exclusión por parte de la sociedad “urbana” o “urbanizada”, de una educación “españolizada” que no considera las diferencias lingüísticas que existen en nuestro país y casi obligando a los niños a renegar de su propia lengua y su propia cultura; en este sentido el cuento del escritor José Oregón Morales resulta un ejemplo claro del creciente problema educativo: Memorial de los comuneros / La iglesia de Chiara se había incendiado. Todos los comuneros se habían reunido y acordaron enviar un memorial al Prefecto del Departamento. Pero, nadie sabía hacer un memorial. / Enviaron al teniente gobernador para que traiga al licenciado; el soldado tampoco sabía redactar memoriales. Sin embargo, hizo lo que pudo; todo lo que le dictaban sus paisanos, lo escribió de esta manera: / “Siñor prifectura de la dipartaminto de Huancavilica. / s.p. / por so culpa del sacristán que se hábia chormichado con so mojier en el sacrestía, de las velas so foigo lo había alcanzado el santo pacha (las ropas sagradas) de noistro San Esidro, hasta quemarlo defenetivo. En total, toda la inglesia se ha cenizado, todo toditito se ha cabronizado, todos los santos se han vuelto cabrones y hasta a la virgencita le han quemado. / Por tantu: / Pedimos a asté un soicidio para comprar yeso y calaminas que nos jualta. Nosotros, levantaremos nuestra inglesia en una semana nomás, porque somos doscientos entusiasmos. / Dios guarda asté. / Juirmamos los comoniros

Este es el resultado ineludible de un modelo educativo vertical que no considera a un país multicultural y plurilingüe, un modelo educativo que no conoce a sus receptores, negándoles asi, el derecho de ser partícipes de su propia historia. Que es mucho peor que obligar a alguien a vestir un abrigo de piel en época de verano.

Es hora entonces de inaugurar el sentir como una dimensión que la pedagogía no debe desconocer en la educación del niño indígena. En ese sentido los aportes en algunos artículos de divulgación regados por Gamaliel Churata[4] en diversas revistas de su época son esclarecedores al respecto: “Maestros: el magisterio es una profesión en cuanto se profesa un culto: el alma del niño. Comenzad por demostrar que sabéis en qué consiste el alma y cuáles las modalidades del alma de vuestro discípulo, no tanto como resultado de investigaciones sistemáticas de laboratorio, cuanto como de la exploración de su personalidad por los procedimientos que emplea el enamorado para interiorizarse del corazón de la mujer elegida. ¿Me entendéis? ¿Os falta amativa? Ciertamente en pocas actividades es inevitable, de necesidad pública, contar con el factor vocacional; pues se debe nacer Maestro como se nace para amar. (...) Fuisteis a la escuela no a oficiar una liturgia, como suelen los sacerdotes sin sacerdocio en el corazón: perseguíais ganaros la vida. El móvil no, no es condenable; más sus efectos son dolorosos y profundamente dañinos” nos dice en “Echad al carcelero de la cárcel”. En otra parte del mismo escrito nos recuerda que “El maestro que no siente por su alumno la temblorosa ternura de una madre por su hijo, alce el ancla, tome sus bártulos y enfile el camino opuesto; que en él si no sirve al menos no dañará”. Esta preocupación sea tal vez el preludio de una de las corrientes más notables de la pedagogía contemporánea que se sustenta en el sentir como uno de los elementos que determina el pensar y el actuar. Por eso la Pedagogía de la ternura es actual y necesaria hasta la aparición de la inteligencia emocional de Goleman o lo emocional y el amor como fundamentos olvidados de lo humano y particularmente la pedagogía constructivista sustentada por Maturana que retoma conceptos y prácticas que la educación había obviado y descuidado, un aspecto que las ciencias cognitivas u otros ponen ahora de relieve, y se trata del sentir, que sin lugar a dudas es el eslabón perdido en nuestra educación. A pesar de que en el Emilio de Rosseau y aún antes encontramos preocupaciones por sustentar la pedagogía desde esa perspectiva. Situado en esa constatación nuestra pedagogía no le puso mucha atención y siguió concibiendo la educación como capacitación y no como formación humana[5].

Concluimos en que todo modelo educativo que se plantee en adelante debe entender las complejidades, experiencias y la diversidad de personalidades que se hallan en las escuelas peruanas. A llegado la hora de cerrar los libros y abrir los ojos sobre nuestra realidad para reconocerla y plantear una pedagogía del conocimiento democráticamente interpretada en el marco de una sociedad reflexiva, y auténticamente peruana, sólo asi podremos hacer de nuestra educación un modelo de equidad y respeto, sin obviar otros aspectos no menos importantes; menuda tarea para los maestros de esta época quienes tienen la responsabilidad y el reto de construir una educación más humana y acorde a nuestra realidad; concientes de que todos somos maestros, en cierta medida, y que, desde nuestras diferencias, podríamos aportar y apostar por una educación inclusiva.

Aldo Santos Arias

RUAH

UNEC – PUNO



[1] León Trahtemberg: Conferencia dictada en la Universidad Nacional Jorge Basadre Grohmann - Tacna

[2] Fuente: Asamblea Nacional de Rectores

[3] Citado por Walter Paz en : “Constructivismo e identidad cultural: el constructivismo operatorio de Piaget y su pertinencia cultural con la educación del surandino”

[4] Seudónimo utilizado por Alejandro Peralta (1897-1969) conocido por su obra cumbre “El pez de oro”, busco quechuizar y aimarizar el español, incluso adelantándose a Arguedas

[5] Humberto Maturana & Nisis: 1999.

martes, 15 de abril de 2003

UN TAL JESÚS

En las siguientes líneas pretendo hacer un acercamiento, aunque artesanal, de los significados de la muerte y resurrección de Cristo respectivamente, pues no pretendo un análisis matemático ni significativo, simplemente iré colocando algunas ideas y pareceres personales en torno al tema.

La muerte en la cruz

La significación respecto a qué es la muerte (entendida como tal) varía según las diferentes culturas y épocas. En las sociedades occidentales, la muerte se ha considerado tradicionalmente como la separación del alma del cuerpo[2]. En esta creencia, la esencia del ser humano es independiente de las propiedades físicas. Debido a que el alma carece de manifestación corpórea, su partida no puede ser vista, o lo que es lo mismo, ser determinada objetivamente.

Existe un asenso marcado al referirse a la muerte de Jesús: es muerto bajo el poder de Poncio Pilato en el año treinta de nuestro tiempo. Según, Mc. 15; Jn.19 Jesús es muerto un viernes según la tradición Joánica señala que, (Jn. 18) era el día de la preparación, es decir el 14 del mes de marzo o abril.

Pero, ¿qué significo esta muerte para los creyentes de aquella época? San Pablo escribe que la novedad y proclamación de un Mesías muerto, es locura para los griegos y escándalo para los judíos: “Mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado escándalo para los judíos, necedad para los gentiles” (1Cor.1,22-23) mas aun si esta ocurre en la cruz (Mc.15,37), calificada como un sufrimiento horrendo y desalmado, esta era una pena impuesta o reservada exclusivamente para esclavos y quienes cometían faltas graves, robo, desobediencia. Por todo ello la cruz significó para los judíos un escándalo y maldición de Dios: “Si algún hombre reo de delito, ha sido ejecutado en un árbol no dejarás que su cadáver pase la noche, lo enterraras el mismo día porque un colgado es un maldito de Dios” (Dt. 21,22).

Esta claro que la muerte de Jesús significó una crisis en sus seguidores, aunque según Mateo (26,30-32) y Marcos (14,26-28), les aseguró que resucitaría (de la muerte), quienes veían en Él al hijo de Dios mismo, al Mesías, al salvador, al hacedor de la parusia[3], muerto de la peor forma. Más allá de todo, significaba, además, un golpe psicológico para quienes habían depositado toda su confianza en Él, todas las esperanzas derrumbadas a raíz de su muerte, de la muerte del líder y rey.

Habría que anotar también el significado que tiene su muerte para nosotros, una muerte que fue muestra o prueba del amor y la entrega de Jesús hacia la humanidad, el sacrificio de entregar su vida por nosotros a causa de nuestros pecados, en solidaridad con los oprimidos y despojados de la época.

La resurrección

Sin embargo este hecho será marcado por algo trascendental como es la resurrección, aseverada teológicamente en, 1Cor 15,34; Hech. 24, 3-15; 4,10, nuestra fe en la resurrección de los muertos se basa en el acontecimiento de la resurrección de Cristo, pues al resucitar de la muerte dio esperanzas a la humanidad de una vida después de la muerte en el reino de los cielos: “Dios le ha hecho Señor y Cristo” (Hech. 2,36) que los apóstoles entendieron como testimonio y como garantía de la resurrección de cada uno de nosotros y núcleo central del kerigma[4] o anuncio en el nuevo testamento.

Es decir, el sentido del hombre, el universo y el cosmos es aclarado a través de este suceso: “Y si Cristo no resucitó vana es entonces nuestra predicación, vana es también nuestra fe” (Cor. 15, 14) afirmado de otra forma: “...resucitado para nuestra justificación” (Rom. 4, 25).

Según los Evangelios, luego de muerto Jesús, el domingo siguiente, al amanecer, “María Magdalena, y María la madre de Santiago” (Mac. 16,1) fueron al sepulcro para ungir el cuerpo de Jesús antes de enterrarlo, y lo encontraron vacío. En Mt. 28,2 se dice que después de un terremoto apareció un ángel y apartó la piedra de la entrada. En el interior de la tumba, “un joven” (Mc. 16,5) vestido de blanco les anunció que Jesús había resucitado (esta noticia es anunciada por el ángel en Mateo 28,5-6 y por dos hombres “con vestiduras deslumbrantes” en Lucas 24,4. Según Juan 21, 11-18, María Magdalena vio dos ángeles y después a Cristo resucitado). Más tarde, el mismo día (según Lucas, Juan y Marcos) Jesús se apareció a las mujeres y a otros discípulos en varios lugares en Jerusalén y sus cercanías. La mayoría de los discípulos no dudaron en que habían visto y escuchado de nuevo al maestro que conocían y habían seguido durante el tiempo de su predicación en Galilea y Judea. Pero hubo discípulos que dudaron en un primer momento (Mt. 28,17), como Tomás, que no presenció las primeras apariciones (Jn. 20,24-29) y según San Juan, luego de la aparición de Jesús a Tomas su respuesta sería: “Tú crees porque has visto. Felices los que creen sin haber visto” (Jn. 20, 29)

Los Evangelios señalan que después de su resurrección Jesús siguió enseñando a sus discípulos sobre asuntos relativos al Reino de Dios. encomendándoles una misión: “Id, pues... haced discípulos de todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt. 28,19). Lucas (24,50-51) también se relata que, en Betania, Jesús fue visto ascender a los cielos por sus discípulos. Los Hechos de los Apóstoles 1, 212 recogen que la ascensión ocurrió cuarenta días después de la resurrección.

Pero la comprensión de este suceso abarca mucho más, esta debe realizarse independientemente de que sea o no un acontecimiento “histórico” o probable, pues las apariciones corpóreas de Jesús serían afirmaciones posteriores de la comunidad, sobre las cuales no hay ningún indicio en Pablo, es por ello, y asi debe entenderse: la resurrección es una cuestión de fe, lo probable y comprobable es el actuar histórico de Jesús; evitando cualquier extremo: “Ni puramente “subjetivo” no es la “fe” de los discípulos la que crea al “resucitado”; ni algo meramente objetivo[5], su esencia radica en lo sobrenatural y divino del hecho. Lo primordial permanece en lo que significa para nosotros ser testigos de un acontecimiento que, a claras luces, nos muestra y nos revela el triunfo de la vida sobre la muerte, al decir de Jon Sobrino: “La reivindicación de alguien a quien mataron injustamente”. La resurrección reafirma nuestro compromiso con el Cristo vivo, aquel que venció a la muerte por su Padre, quien, a su vez, da signos del Dios que toma partido por los oprimidos, que hace justicia a las víctimas; respaldando asi, todo el anuncio y el actuar de su hijo humano. Entonces, ser testigos y creer en la resurrección significa creer en la vida y ser promotores de ella, implica transformación, cambio, un volver a nacer en Dios, asumiendo a la muerte, como una transición, una ruptura encaminada hacia la plenitud del reino.

Entender la resurrección pasa también por comprender el significado de la cruz. Fe en la resurrección es creer y asumir que la cruz es un acontecimiento salvífico.

Cargar la cruz

Al respecto hemos seleccionado parte del texto de Leonardo Boff en : “Cómo anunciar hoy la muerte de nuestro Señor Jesucristo”[6] quien hace un análisis sobre el significado de la cruz, detallado a continuación:

Los significados actuales del anuncio de la cruz de nuestro señor Jesucristo

- Empeñarse para que haya un mundo donde sea menos difícil el amor, la paz, la fraternidad, la apertura y entrega a Dios. Esto implica denunciar situaciones que engendran odio, división y ateismo en términos de estructuras, valores, prácticas e ideologías. Esto implica anunciar y realizar, en una praxis comprometida, amor solidaridad, justicia en la familia, en las escuelas, en el sistema económico, en las relaciones políticas. Esto implica apoyar y participar en la gestación de las infraestructuras económicas, sociales, ideológicas, psicológicas y religiosas que hacen posible la justicia y la fraternidad. Este compromiso lleva como consecuencia crisis, enfrentamientos, sufrimientos, cruces. Aceptar la cruz que vienen de este embate, es cargar la cruz como el Señor la cargó en el sentido de soportar y sufrir por razón de la causa que perseguimos y de la vida que llevamos.

- Cargar la cruz como Jesús la cargo significa, por tanto, solidarizarse con aquellos que son crucificados en este mundo: los que sufren violencia, son empobrecidos, deshumanizados, ofendidos en sus derechos. Defenderlos, atacar las prácticas en cuyo nombre son hechos no-personas, asumir la causa de su liberación, sufrir por causa de esto: he ahí lo que es cargar la cruz. La cruz de Jesús y su muerte fueron consecuencia de este compromiso por los desheredados de este mundo.

La cruz es aceptada libremente por Jesús, es soportada por amor, en solidaridad con los insignificantes de este mundo, aun sacrificando la propia vida, camino elegido y asumido por Él de forma consciente. Al decir de Gustavo Gutiérrez: “La fe y la esperanza en el Dios de la vida que se anidan en la situación de muerte y de la lucha por la vida que viven los pobres y oprimidos en América Latina: ese es el pozo en que tenemos que beber si buscamos ser fieles a Jesús.”[7]. En suma, la cruz nos demuestra la dificultad y complejidad de todo proceso liberador, dificultades y complejidades que, como cristianos, nos llaman al compromiso elegido por Jesús.

Apuntes finales

Asumir la praxis de Jesús, su muerte y resurrección son tareas abiertas para los cristianos de todos los tiempos. Función permanente que trae consigo la muerte del pecado. Al decir de Mons. Hesayne obispo en Argentina “El pecado acontece cada vez que un hombre es víctima de otro hombre... “Pecado” en la concepción judeo-cristiana es el “mal” que un hombre comete contra otro hombre y por eso es ofensa al Dios de la vida, la libertad y el amor.”[8]. Inmovilizando cual, al decir de Octavio Paz, “máscaras podridas que dividen al hombre de los hombres, al hombre de sí mismo”; impidiendo la construcción del proyecto practicado y predicado por Cristo, quien habita entre nosotros como garantía de su amor y respaldo a quienes se propongan a seguirlo en este mundo turbulento.

Recordar, hoy, la resurrección pasa por la disponibilidad de acoger entre nosotros o dentro de nosotros al Cristo resucitado y reivindicar su causa como algo permanente, desarrollando una espiritualidad de la cruz, tarea muy difícil y ardua que, sin embargo nos da pautas de vida y compromiso con los insignificantes de la historia.


Puno, marzo del 2003

Aldo Santos Arias

Ruah

UNEC – PUNO

Nota: Algunas ideas vertidas en este escrito provienen de la reflexión teológica del Padre René Pinto.



[1] El nombre de Jesús se deriva de la palabra hebrea Joshua, que completa es Yehoshuah (‘Yahvé es salvación’); y el título de Cristo, de la palabra griega christos, a su vez una traducción del hebreo mashiaj (‘el ungido’), o Mesías. Los primeros cristianos emplearon Cristo por considerarle el libertador prometido de Israel; más adelante, la Iglesia lo incorporó a su nombre para designarle como redentor de toda la humanidad.

[2] La palabra muerte en Hebreo se lee de la siguiente manera Mêt – Mêtin, en griego nesroi, soimomenoi, vulgata, mosti, defuncti. Es claro que los antiguos hebreos creían en la inmortalidad del alma. Para ellos en el momento de la muerte el ser humano se dividía en dos: el cuerpo que volvía la tierra en la tumba, y el alma que encontraba en un lugar llamado el “Scheôl” Gn. 25. 27; 35.29; 49.39; Det. 32.50; Judit 14.6 Num. 23.10

[3] Parusia proviene del griego parusia, que significa, llegada o presencia. En la teología cristiana se refiere a la venida triunfal de Jesucristo al final de los tiempos. Significa, además, la culminación de toda la historia y el instante en el que ésta cobra pleno sentido.

[4] La palabra Kerigma proviene del griego kerygma, que significa noticia. En el Nuevo Testamento se identifica con el anuncio del Evangelio, la buena nueva. Al enviar Jesús a sus discípulos a proclamar la noticia de la salvación a todos los pueblos, no sólo les encarga difundir y dar testimonio de un suceso, sino que ese anuncio hace presente la redención allí donde se proclama. El día de Pentecostés san Pedro anuncia a la muchedumbre reunida: “Dios ha constituido Señor y Mesías al mismo Jesús a quien crucificasteis” (He. 2,36) Y asegura asimismo el autor de los Hechos que “estas palabras les traspasaron el corazón y preguntaron: ¿qué tenemos que hacer?” (He. 2,36-37). Esta escena relata el primer anuncio del kerigma cristiano por parte de los apóstoles.

[5] L. Crespo “Dios ha resucitado a Jesús para nuestra salvación” material del encuentro nacional de formación UNEC - Huacho 2002

[6] Tomado de: Materiales de (in)formación IPA – Cuzco

[7] G. Gutiérrez “Beber en su propio pozo” CEP 1983 Pág. 53

[8] Mons. M. Esteban “La iglesia en el hoy de América latina”. Revista Páginas Nº 179 Pág. 7