viernes, 16 de marzo de 2007

Reflexión sobre el encuentro de Semana Santa 2006 y las líneas de acción

Rocío Joo Arakawa

En primer lugar, es muy interesante lo que el Equipo Dirigente planteó para este encuentro. El tema del encuentro se origina gracias a la memoria recogida de los últimos años. La reflexión hecha a partir de una perspectiva de continuidad, de ser parte de un proceso, saca a la luz el tema de nuestra capacidad transformadora.

Así es que nos damos cuenta de que los avances de este año no han sido realmente “avances” bajo esta visión, puesto que no eran relevantes ni significativos a la vez fuera y dentro del movimiento.

Un eje que se trabajó con mucho énfasis en el encuentro fue el de vida comunitaria. Efectivamente, así como “la universidad es un pequeño país”, “la comunidad es un pequeño centro uneco”.

Las actividades a nivel universitario, en otros casos laboral, las situaciones familiares y de otra índole de los miembros del Centro no nos dicen mucho, debido a y a la vez ocasionando, problemas de comunicación y de integración entre nosotros, empezando por el interior de las comunidades.

Entonces, no sólo se trata de “hacer cosas”, sino de que éstas tengan un sentido transformador, que lleven un mensaje cristiano, de esperanza y a la vez de compromiso con los demás -especialmente los más excluidos –; a quienes son directamente afectados por estas acciones, a nuestras familias, amigos, colegas, comunidades, movimiento e Iglesia.

Es pues, mirar con nuevos ojos los proyectos personales que tenemos y trazar otros que vayan por esta línea; de manera que mis proyectos le digan algo a los tuyos y viceversa, y que juntos tengan mayor trascendencia en todos y cada uno de los espacios en los que nos movemos, creando esperanza también entre nosotros.

Si es “en Cristo y por el Espíritu”, que “la globalidad del proceso liberador alcanza su pleno sentido”, la opción preferencial por los pobres de la que hablamos y que practicamos tiene significado cuando tomamos a Jesús como referente, un Jesús “profundamente humano”. Es él quien nos enseña a ser humildes, a tener una total disponibilidad al servicio de los más necesitados llamándolos a ser también signos de esperanza, a hacer nuestro el proyecto del Padre, a perseverar a pesar de los riesgos, a vivir en comunidad y en profunda relación con Abbá. Recordemos que su capacidad de convocatoria no es sólo por lo que él decía o hacía, sino por lo que él es.

Por ello la formación teológica y –más importante aún –la dimensión orante y celebrante personal, comunitaria y a nivel de movimiento debe ser prioridad nuestra; para no perder el verdadero sentido de nuestras vidas y para no quedarnos sólo en el acto primero.

En esta perspectiva, estamos llamados a fortalecer nuestras comunidades y nuestros compromisos con visión liberadora en Jesús; a recordar en lo que de antemano nos hemos comprometido y porqué lo hemos hecho; y a dejarnos interpelar por la realidad universitaria y nacional –la coyuntura electoral debió y debe ser asumida con mayor responsabilidad por nosotros –para poder transformar estos espacios. Y a ir descubriéndonos personalmente y en comunidad.

Hablamos bastante de “acortar la brecha” entre los miembros con mayor experiencia, y entre estos últimos y los que recién empiezan. Creo que eso pasa por un cambio de actitud y un mayor compromiso con los demás, con no sólo “asistir a mis reuniones e irme”. Además un espacio muy importante que contribuye a la integración –o contribuirá cuando realmente lo aprovechemos –es el de las misas mensuales; si contamos con las posibilidades de asistir deberíamos ponerle más ganas.

Con el mismo entusiasmo, busquemos creativamente espacios para compartir nuestros proyectos e involucrarnos en los de los demás. La reflexión interdisciplinaria y el trabajo inter y multidisciplinario le proporcionará mayor calidad a nuestros intentos por hacer una sociedad más justa y más solidaria.

Si bien el periódico mural está siendo un espacio de compromiso comunitario exitoso que permite reflexionar sobre diversos temas, podemos hacer que éste de pie a la discusión y al debate, así como el grupo de estudianteslima y la página de la UNEC, un medio realmente bueno para hacernos presentes en nuestra realidad y que deberíamos aprovechar al máximo.

Otra línea que se propuso en el campamento es “encontrar canales de acompañamiento más estrecho con los centros de Ayacucho y Huánuco”. Podríamos empezar impulsando –con verdadero compromiso –el campamento regional que se propuso en el Seminario del año pasado.

Preocupa mucho el hecho de que nos enteremos –vagamente –de lo que pasa en otros centros, de lo que viven unecos en sus universidades, a través de uno que otro contacto en el messenger. Pienso que si logramos dinamizar la comunicación en nuestro centro (directa, a través del grupo de estudianteslima, etc.) podremos plantearnos dinamizar la comunicación a nivel nacional (directa, Informativo Nacional, etc.). Quizás podríamos retomar las experiencias de intercambio que antes habían a nivel de centros. No sólo para saber cómo estamos sino en qué estamos, cómo son y cómo se viven estas realidades que a veces por la rutina y la velocidad de Lima no nos damos tiempo de conocer ni –por ende –transformar.

Tomemos la iniciativa de lavarnos los pies unos a otros, para poder recorrer todo el camino que aún nos falta y ganar la carrera. Acompañémonos y dejémonos acompañar en este camino de evangelización, de construcción de Iglesia y país, y así ser verdaderamente, SERVIDORES PARA LA VIDA.

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