domingo, 1 de diciembre de 2002

EL MUNDO DE LOS CRISTIANOS

“Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia.”

Mt. 28,20

Escribir sobre la misión de los cristianos en el mundo de hoy, es, sin lugar a dudas, un tema que se halla muy vigente en el debate eclesial, las precisiones al respecto habrán de ser diversas, lo cual denota la importancia y lo primordial de este tema en el pensamiento cristiano.

El punto de partida lo marcará la relación entre fe y mundo (ámbito en el que vive la humanidad o las personas) Los acontecimientos bíblicos tienen un contexto que es el mundo y la fe debe entenderse como la confianza en un Dios que significa amor. Ahora bien, ¿Qué relación existe entre Dios amor y el mundo? Pues Dios es alguien que se comunica con el mundo a través del lenguaje, “En diversas ocasiones Dios habló a nuestros padres por medio de los profetas, hasta que en estos días, que son los últimos, nos habló a nosotros por medio del hijo”(Heb. 1,1-2), "hombre enviado, a los hombres", “habla palabras de Dios”; tenemos un Dios que se comunica con nosotros, que es parte de nosotros, por lo cual, la relación entre fe y mundo habrá de desarrollarse en un contexto que se llama historia, como el lugar de encuentro y resultado de nuestra fe y responsabilidad por el mundo:

FE RESPONSABILIDAD

POR EL MUNDO

HISTORIA

Lugar de encuentro:

Sociedad de los Humanos y

La naturaleza[1]

Sería interesante recapitular algunos conceptos sobre historia. Nosotros llamamos o conocemos por historia a la evolución de las sociedades, sin embargo esta noción, algo sesgada por limitar la historia a la participación humana, debería abarcar un concepto más amplio, ya que la historia, comprende también, la relación de los humanos (sociedad) con la naturaleza.

Anotamos esta afirmación debido a los continuos atentados en contra de la ecología, un problema, que por la sobreexplotación de la vida natural y, por ende, humana, debiera ser de primer orden en la agenda mundial. Vivimos tiempos en los que el ser humano a pasado a tener una capacidad de transformación inaudita para muchos, capacidad de manejar el mundo natural al interés propio, sin tomar en cuenta que existe un paralelo entre Dios y la naturaleza “Los cielos cuentan la gloria del señor, proclama el firmamento la obra de sus manos. Un día al siguiente le pasa el mensaje y una noche a la otra se lo hace saber. (...) Al sol le fijó una tienda en lontananza, de allí sale muy alegre, como un esposo que deja su alcoba, como un atleta a correr su carrera. Sale de un extremo de los cielos y en su vuelta, que alcanza al otro extremo, no hay nada que escape a su calor. La ley del señor es perfecta, es remedio para el alma...” (Salmo 19). El mundo natural nos habla de Dios toda la naturaleza, por su perfección y armonía nos rememora al Dios de la vida, toda la naturaleza y la ley de Dios (Biblia y profetas) habla de Dios.

Es decir, la responsabilidad por el mundo o la relación entre los cristianos, abarca, no solamente, a la humanidad, sino, al mundo natural, entendiendo en ella a la creación de Dios, por lo cual es necesario tener el horizonte, una perspectiva clara para expresar y conocer la relación entre fe y obras. Una fe sin obras es fe muerta, diría Santiago, es decir fe sin responsabilidad por el mundo no es fe, no creemos en el Dios amor.

Perspectiva bíblica

Antes de proseguir es necesario recordar algunos puntos importantes que nos ayudarán a entender, de mejor forma, la relación entre los Cristianos y el mundo.

a) Anotar la importancia de la alianza que tiene Dios con el hombre “He aquí que yo corto el pacto[2] delante de todo el pueblo. Obraré maravillas tales como nunca se han hecho en toda la tierra ni en nación ningunas... Cumple lo que yo hoy te mando; he aquí que yo arrojo ante ti al amorreo, al cananeo, al hitita, perizita, al jivita y al jebuseo...” (Éxodo 34, 10-11; más adelante en 23, 20-33) la alianza significa también, el encargo de la creación por parte de Dios al ser humano, hecho a imagen y semejanza de Él. Dios nos ha hecho con necesidad de amar, el amor y la capacidad de creación. Yahvé, Dios va con nosotros en el mismo caminar es el garante de la plenitud de la vida humana, que sólo es posible en comunión con la tierra, es decir, con todo ser viviente (“toda carne”). Un Dios, un pueblo de hermanos, una tierra, son promesas (alianzas) siempre renovadas y vigentes.

b) Repensar la creación como un encargo de Dios a los hombres, “El día en que hizo Yahvé Dios de la tierra y el cielo, no había aún en la tierra arbusto alguno del campo, y ninguna hierba del campo había germinado todavía, pues Yahvé Dios no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre que labrara el suelo (...) Entonces Yahvé Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente. Luego plantó Yahvé Dios un jardín del Edén, al oriente, donde colocó al hombre que había formado. Yahvé Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a la vista y buenos para comer, y en medio del jardín el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal (...) Y Dios impuso al hombre este mandamiento: De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comas de él, morirás sin remedio.” (Gn. 2,4b – 25) El jardín aparece como un encargo, la creación en el jardín nos da alimento, vida y plenitud, además de algunas cosas inútiles, pero magníficas.

c) Los seres humanos tenemos una responsabilidad histórica que nos hace co-creadores (“Si Dios ama la creación, entonces tengo que amar a la creación”), la creación debe expresar el amor entre nosotros, lo cual supone el amor por el mundo natural, manteniendo la actitud de Dios ante lo bello e inútil[3]. Se trata de encargarse de la realidad y entender a la creación como un proceso permanente.

d) La revelación del “Emmanuel” (Dios con nosotros), como alguien que nos acompaña es un tema central que tiene como resultado el compromiso, la revelación provoca un pacto (promesa) “Yo soy amor y tu debes amarme[4] Con Noé y con todo ser viviente, con la vida, es una ratificación del encargo, una expresión de la alianza con la vida, la tierra como fuente principal de la vida, porque es sinónimo de Dios.

e) Dios el Señor de la historia. La resurrección de Cristo nos da una clave de su soberanía “Todo sometido bajo sus pies” (salmo 8) la presencia de Dios es poder, tiene la doble posibilidad de dominar y servir[5] . Jesús ejerce y opta por un señorío de servicio a los demás, sobre todo, a los más pobres.

La responsabilidad por el mundo subraya esto: Emmanuel significa, la presencia del amor, servicio, justicia y fraternidad.

A manera de conclusión

Estos datos nos ayudan a repensar la vigencia de nuestro compromiso con el proyecto del Señor, compromiso vivo y vigente hasta el fin de los tiempos compromiso que trae por añadidura el amor al prójimo, el mismo que da cuenta del amor a Dios.

Hoy mas que nunca debemos tener en cuenta que no existe una historia fuera de la historia humana, asumiendo a la creación como un acto liberador que tiene sus raíces en la historia, acto liberador que obedece a la justicia, aquella justicia de la que hablan los textos bíblicos, haciendo indisoluble el culto de la justicia, es decir, el culto alcanzará su sentido pleno sólo con la práctica de la justicia, vivificando el respeto a los derechos del otro, más aun, el derecho de los más pobres. Pablo nos habla de la justicia como sinónimo de salvación y los justos son buenos cristianos, es decir, la salvación es la práctica de la justicia, mostrándonos el lazo de indivisibilidad entre culto y justicia. A decir de Mateo: Entonces el Rey dirá a los que están a su derecha: Vengan, benditos de mi Padre, y tomen posesión del reino que ha sido preparado para ustedes desde el principio del mundo. Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y ustedes me dieron de beber. Fui forastero y ustedes me recibieron en su casa. Anduve sin ropas y ustedes me vistieron. Estuve enfermo y fueron a visitarme. Estuve en la cárcel y me fueron a ver (...) En verdad les digo que, cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí. (Mt, 25, 34-40)

Finalmente, revisar y asumir nuestro papel de laicos en la presencia de acontecimientos capitales como Concilio Vaticano II, Medellín, Puebla “...Para que todo el mundo, oyendo, crea el anuncio de la salvación; creyendo, espere, y esperando, ame[6].”, es la labor esencial de los cristianos de hoy, ratificando su actualidad, en un análisis constante de los signos de los tiempos, como señales fundamentales y lectura de la realidad de nuestros pueblos y de nuestra gente como tiempos propicios para acoger al Reino de Dios, desde una perspectiva evangélica que nos invite a interpelarnos e interpelar cualquier tipo de circunstancia adversa a los valores del Reino (justicia, paz, verdad, igualdad, solidaridad, vida, amor[7]).

Somos concientes del camino que nos queda por recorrer, y admitimos que,“se hace camino al andar”, sin desfallecer en el intento, para reponernos de las caídas como buenos guerreros dispuestos a disparar, a decir de Vallejo, “la propia miseria, la propia mansedumbre y a tener siempre unas ganas de amar, aunque sea a traición del enemigo.” .

Aldo Santos Arias

Ruah

UNEC - Puno

Nota:

Muchas de las ideas vertidas en este escrito provienen de la reflexión teológica del Padre Gustavo Gutiérrez, Felipe Zegarra y Luis Fernando Crespo



[1] Lo importante en la revelación humana es el encuentro con Dios: “El que ofende a la creatura ofende al creador”. “En verdad les digo que, cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mi.”(Mt. 25, 40) y esto lo hacemos en la historia.

[2] “Yo corto el pacto”: Hace un juramento solemne

[3] “La inutilidad es algo muy lindo” (Job)

[4] Nota de la Segunda Alianza

[5] Cuando a Jesucristo le preguntan si es el Rey, Él lo reconoce

[6] Nota de la Constitución Dogmática. Dei Verbum 1

[7] Rosa Castro “El cristiano y su responsabilidad social” CEP 2002 Pág. 9

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